viernes, 11 de septiembre de 2015

EDUCANDO AL SOBERANO: EL MAESTRO DE AMÉRICA

                 **Domingo Faustino Sarmiento.**

Un hombre destinado a ser líder, generador de cambios, tracción de engranajes a pura sangre y voluntad propia.








De una gran capacidad autodidacta, con tan sólo 15 años de edad pudo establecer su primera escuela en  San Francisco del Monte, en la vecina provincia de san Luis. Siempre enfocado en la instrucción de sus congéneres, apasionado por el aprendizaje, su curiosidad lo llevó a viajar siempre en la búsqueda de nuevas experiencias que pudiera implementar en beneficio general, en su propio país.
Mientras contemplaba su provincia, su mente detallaba las falencias evidentes e ideaba las nuevas estrategias a seguir para corregirlas.

Indiscutido como educador, su desempeño en otras áreas fue igual de meritorio. Inclusive, fue el primero en decretar estado de sitio, en la provincia de San Juan, por enfrentamientos con las bandas montoneras, lideradas por Peñaloza, buscando proteger a la comunidad.

Al encontrar su provincia natal, empobrecida y dividida, asumió la gobernación de la provincia en el año 1862, tomó como su responsabilidad mejorarla efectivamente, en obras públicas de envergadura, tratando de ordenar las finanzas y de impulsar el modelo basado en civilización y progreso. Mismos que no llegó a implementar totalmente, debido a la oposición interna, a pesar de que su plan de gobierno había sido elaborado de forma integral, sin descuidar aspecto alguno. A nivel nacional, en el desarrollo de sus presidencias, logró la organización político-económica definitiva del Estado Argentino. destacándose obviamente, sus obras relacionadas con la educación, que consideraba fundamental para lograr la unidad nacional y el progreso político y económico.

Valoraba sobre todo la experiencia en sus viajes por la incipiente Estados Unidos, cuyo nivel de erudición y su forma de implementar la enseñanza, las políticas renovadoras, etc.,influyeron en su posterior desempeño en Argentina.

No así, en sus viajes por Europa, donde  notó la decadencia de los monarcas gobernantes y el desequilibrio imperante entre clases sociales, lo que lo decepcionó profundamente.
Es verdad que su gesta militar, no llegó a comprender la importancia de la preservación de las razas originarias, respetando la diversidad de conocimientos y costumbres y por supuesto, dando por hecho que carecían de los mismos derechos que los pueblos "civilizados"; no visionó que el hecho de convivir ambas fuerzas, sólo se generaría una unión con fortaleza, siempre y cuando los "civilizados" no diezmaran sus poblaciones  tanto como sus tierras injusta y arbitrariamente.

Pero sin dejar de reconocer sus fallas, de las cuales nadie carece, su impronta fue insuperable y forzosamente necesaria para la transformación y el desarrollo positivo de nuestra Nación y de todas aquellas donde puso su obra en marcha. Es gracias a Domingo F. Sarmiento que la ignorancia total no ha reducido a nuestra nación a una colonia más, hundida por la negligencia y el desamor al trabajo.

 Es por esto, que nuestro pueblo adquirió la cultura del trabajo, de la formación indispensable y el cultivo de las tierras, dejando la política de sustentación propia a través de las huertas, por principio y/o alternativa a la falta de trabajo en otras áreas.

Y habiendo expuesto esto, no podemos dejar de resaltar el impulso y el patrón ejemplar que fue en la vida y conciencia del prócer, la conducta de su madre.

Mujer y protagonista si las hubo, fue ejemplo constante de tesón y liderazgo positivo para su familia, Doña Paula Albarracín , poseía carácter firme y decidido; de piedad, austeridad y dedicación al trabajo reconocidos. Era la encargada de mantener la familia, contando sólo ocasionalmente, con el apoyo de su esposo. Su imagen no deja de relacionarse íntimamente con el telar, una de sus predilectas herramientas de trabajo, cuyo producto comercializado, era en gran parte, su sustento.

De esta manera, logró que sus hijas alcanzaran un nivel poco común en aquella época: Procesa fue maestra y pintora; Bienvenida y Rosario, profesoras y preceptoras del Colegio Santa Rosa, fundado por Sarmiento. Y por último, Paula se dedicó de lleno al hogar.

Es notable la personalidad de esa madre como influencia en sus hijos, tanto como la capacidad de fortalecer en ellos la autonomía sin mediar la diferencia de género. Esta fuerte influencia, está diseminada en cada detalle del hogar que hoy podemos contemplar. Su guía, como mujer y como madre, fue innegable.

Es así como de la obra del gran maestro de América sigue forjando en este país, ciudadanos con la oportunidad y capacidad, de estar al mando firme de su propio destino.

Recuerdos de provincia, la suya.

































































2 comentarios:

Norma Jacomet dijo...

Impresionante!

Vanessa Alle dijo...

GRacias. Quise hacer "una visita guiada" para aquellos que no podrán venir a verlo en persona.