domingo, 20 de enero de 2019

Y FINALMENTE...AGUSTINA

Agustina.

Me fijé. Me fijé y el color de sus ojos era noche oscura con luna llena. De esas lunas que que brillan más sólo al caer la media noche. La luz que fulgura en esas lunas, es especial, con vibrato de años remilgones y novatos. La vi. Esa luz en sus ojos, exudando vida, retahíla de agendas y calendarios, de mañanas, de futuro...

¿Y qué de los besos? Los que guardaba la memoria de sus labios y los que esperaba tallar en otros semana a semana, en los mañanas por venir. 

Trato, de ahondar en su tal vez, y me tiembla el pensamiento fuerte y revolucionario. Sólo me sale gemido y suspiro, y me pesan las manos. El silencio me apresa como sudario el alma una vez más; tanto, tanto dicho, reclamado, gritado al inmenso espacio entre tierra y cielo, tanto...¡¿ #NUNCA MÁS ?! 

Rutina de cobardes muertos en vida, envidiosos de la energía desbordante de la ajena huella. Muere, injusto. Pero, ¿para qué alimentar un monstruo más, que el día de mañana larguen otra vez a los prados, al acecho de un nuevo retoño ingenuo y mimado? Cobarde y seguro: muerto. Punto.

Es que al alma se le agotan los músculos de tanto estar luchando, y cada vez perder más voces, más humanos, más vida, más latidos que obligan al corazón a quedarse callado.

El rosario de pasos que atropella los murmullos y sollozos, acompaña al ánfora de lo que fue ese hálito bullicioso ayer nomás, un suspiro atrás...

El grito en el alma de todos y la mordaza de la pena rajando las almas de aquellos que ya nunca más verán las perlas de su sonrisa, destellar en sus días. El rezo del adiós se anuda en las gargantas desgarradas.

Ya no quedan fuerzas para la batalla...una vez más el aliento han cercenado. Sólo queda el clavo ardiente de la fe.

¿Cómo se hace para seguir viviendo en un pueblo que acaba de sepultar su nombre con 17 años de futuro truncado?






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